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24 oct 2012

Y si soy una gafotas, bueno y qué.



 
“Eres perfectamente apta para operarte” dijo mi oftalmólogo con solidez después de realizarme al menos siete pruebas la pasada tarde. Sin exagerar, no menos de una hora de minucioso exámen que pasó por apoyar la barbilla y mirar al frente sin parpadear a través de la lente de algunas máquinas aparentemente iguales, lectura de paneles luminosos con minúsculas letras, y aplicación de gotas de líquidos malditos que agrandan la pupila tanto que casi pareces un ser mezcla de vampiro y niña poseída durante dos días.


Puedo prescindir de las lentillas y las gafas, ser libre de acudir a la playa sin miedo a que me entre algo en el ojo y quedarme ciega, poder ver la cara de la gente mientras paseo prescindiendo de las gafas de sol graduadas. Levantarme de la cama cada mañana sin que mi primer gesto del día sea mover mi brazo hacia la mesita de noche, y evitar caóticas escenas en las que no recuerdo donde he puesto mis gafas y necesito ayuda para encontrarlas, porque aunque las tenga delante no daréIcon ellas…

Y sin embargo…AUN NO HE DICHO “YUPI”.
 
He recién inaugurado un profundo proceso de AUTO-PSICOANÁLISIS para dar con las razones de mi aparente indiferencia.
Descarto el miedo a la operación. Me han contado algo, sobre todo de la angustia que se vive, pero que sólo dura cinco minutos. No me asusta. Soy aprensiva, pero valiente.


Llegado a este punto mi cabeza repasó algunas imágenes de personas con gafas, algunas actuales, otras no tanto, con gafas de moda, retro, lentes antiguas…Y entonces caí, se encendió mi bombilla y llegué a la raíz del asunto.
 Me da pereza abandonar el “club de los gafotas”. No soy capaz de dar un repentino “adiós, hasta nunca” a mis pobres gafas y jamás volver a necesitarlas. 







Ya me acostumbré a vivir dependiente de ellas, de tener que limpiarlas después de caminar bajo la lluvia y sacar los platos del lavavajillas, y de utilizarlas a modo de diadema. De colgarlas en el cuello de mi jersey cuando no tengo un sitio mejor dónde meterlas, y de sufrir el “ataque gafitas” de mi hermano, consistente en que me plante sus dedos pringosos sobre los impolutos cristales…  Me acostumbré a ellas de pequeña después de llorar y llorar. A una niña coqueta le cuestan algunas cosas. Y después de todo eso tengo que librarme de ellas porque es la mejor decisión que pudiera tomar.

Un gran cambio, para mejor, algo con lo que ahorraré esfuerzos y dinero en líquidos, lentillas y cristales…Pero no puedo evitar pensar que se va algo de mí.


ESTÚPIDA MELANCOLÍA. 




7 comentarios:

  1. por supuesto que es un cambio para mejor!!! Casi todas mis tías (son muchas) y mi madre se han operado y me han contado que no sintieron apenas nada durante la operación. Ahora están como nuevas, contentísimas, pero algunas se resisten a dejar las gafas a pesar de ver perfectamente, será que las echan de menos...

    eintagmitpepa.blogspot.com

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  2. la verdad es que me he sentido muy identificada con tu entrada, yo tamiben uso gafas desde hace años y estoy deseando operarme, aunque primero hay que hacer las pruebas... ademas le tengo mucho respeto.
    tenias mucha miopia? es que no se si depende de las dioptrias...

    un besin!

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  3. Pues la verdad es que tal como lo cuentas me da pena hasta a mi que abandones el club de las gafotas...a donde ira esa Bego con cara despistada, recien levantada y con sus gafas de pasta negra puestas :)?. Pero siempre hay que pensar que los cambios son para mejor.

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  4. Qué penita, pobres gafas!!!!!!!!!!! Yo no uso gafas pero mi hijo sí y es el típico que lo primero que hace al despertar es estirar el brazo hacia la mesita, que en la playa no disfruta al cien por cien, cuando sea mayor me gustaría que se operara. Un besito y que todo salga genial.

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  5. Yo también llevo gafas! Pero no me puedo operar! Todo el mundo dice que es una maravilla! Y para mí lo sería levantarme y ver estupendamente! No te de oena!

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  6. Guapa yo tb pertenezco al club de las gafotas, pero en cuanto el medico me diga q soy apta con todas las garantias, me tirare a la piscina sin pensarlo! Poder ver la cara d la gente q pasea a 10 metros de ti sin guiñar los ojos tiene q ser genial!!!!
    Un besazoo y animate

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  7. mir tú, yo siempre he querido llevar gafas, y no hay manera! Siempre digo que me voy a comprar unas sin graduar,porque me parecen bonitas y creo que algún modelo me favorece, y tienen un algo que te dan el toque definitivo...
    Hazlo, tdo lo que sea un cambio para facilitarte la vida es genial...pero guarda tus gafotas y cambia los cristales para cuando te vengan estos golpes de melancolía...ays!
    Un besote!

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