Todos sabemos de esas tardes de domingo en las que apetece quedar a tomar algo rico con amigos o familia, pero en las que aun aprieta el frío en Cartagena y descartamos una terraza.
Villa Esperanza es el sitio perfecto para esos momentos por acogedor, original y mágico. Pura VIDA LENTA.
Este invierno unos amigos nos hablaron de este lugar y decidimos probar a terminar aquí una copiosa comida tomando un cocktail. Me quedé tan enamorada que desde entonces no he parado de ir por allí.
Se trata de un antiguo caserón modernista de principios del siglo XX situado en el Barrio Peral, que recuerda la época dorada que vivió esta ciudad, en las que las familias adineradas venían atraídas por la riquezas de las minas.
Igual que este, se construyeron gran cantidad de edificios y palacetes que siguen alegrando la vista de los que somos aficionados a los paseos por el casco antiguo.
El interior es aun más alucinante que el exterior porque parece que te teletransportas a otra época. Cada uno de los pequeños salones está ambientado en la época de la casa, cuidando al máximo los detalles. Libros, cuadros, vajilla, papel pintado y una escalera de madera bastante terrorífica. Una pena que no se pueda acceder al piso de arriba.
Hay una leyenda que dice que la casa está habitada por el fantasma del último dueño, que vaga por los salones, escurriéndose entre los visitante en forma de sombra. Y es que si hay algún sitio en el que te crees esta clase de cuentos, es aquí.
Cuando vamos con niños, a mí me encanta jugar a contarles la historia y animarles a buscarlo por los rincones.
forocartagena.com |
Los batidos, chocolate caliente, cocktails y cafés que sirven están deliciosos, aunque el servicio es un poco lento. El lado bueno es que mientras esperas a que te traigan tu bebida puedes levantarte y curiosear con tranquilidad por doquier.
Jijijiji! Como me gusta, es muy Pepa! Lo del fantasma no me gusta tanto que soy muy aprensiva con esos temas! Un beso enorme!!!
ResponderEliminarOye que te entiendo, que yo con espíritus y fantasmas todo el respeto del mundo. Pero no sé, allí mola jugar a eso.
EliminarQué entrada más bonita!!!!!!!! Me gustan las fotos, tu descripción, la historia del fantasma y te imagino contando la historia a los niños, las tardes de paz...al leerte me he reafirmado en lo que reflexiono en mi post de hoy, cuando uno valora el arte la vida está enriquecida. Un beso guapa.
ResponderEliminarGracias Marigem! Es emocionante jugar así con los críos. Una pena que no tuviera fotos buenas del interior :(
EliminarQué sitio más chulo para tomar algo y pasar un buen rato. Besos, :))
ResponderEliminarTe lo recomiendo 100% si tienes oportunidad!
EliminarUna tarde muy agradable...
ResponderEliminarsaludos
Más bien tardes en plural, que ya he repetido varias veces ;)
EliminarYo también volvería una y otra vez (aunque tenga que esperar, jajajaj...). ¿Sabes qué pasó con el tejado? En la foto antigua se ven como unas estructuras con picos que le daban un aire distinto. Ahora el edificio se ve.. no sé, como más desnudo ¿no?
ResponderEliminarNi idea de lo que pudo pasar, pero la verdad es que, aunque en las fotos no se aprecie, las ventanas de los lados de la fachada del tercer piso están pintadas, no son reales. Imagino que la reconstrucción y los años se llevó por delante bastantes cosas de la original...
Eliminar